Atravieso. Avieso y móvil. Suculento. Súlfuro y éforo en un
blanco y negro que va hacia delante. Solamente. Las paredes me invitan porque
se ciernen y el camino estrecho es un pasaje de amapolas tristes, como a veces
vos y yo. Presiento un final acelerado pero hace falta. Y busco la luna como
guía de un norte que es falso y enredaderas de cal vieja y vencida. Mis pasos
se ven firmes, como que voy a donde sé pero un algo que es mejor no saber me
viene siguiendo y claro yo me apresuro y busco en las paredes un signo que no
existe, ásperas las paredes y un piso de fantasmas irregulares como un ir hacia
la muerte y yo que tanto miedo. Porque antes era una cosa pero hoy día, habrás
visto, se dejan muchas cosas y se sabe que no han de volver a verse los rostros
de los rostros que me gusta andar mirando, los ojos de los ojos que me gustan
porque me ven desnudo, casi estoico, la boca de una boca que siempre enciende y
es un fuego que acaso todos los fuegos y yo no más que un solitario que avanza
y el pasaje que me llevará hacia otro que es casi como yo pero sin la añoranza
de los rostros, de los ojos, de la boca que enciende, pasaje que busca un salto
hacia un destiempo en un improbable sitio en el que ya me lamento no habrá de
llover y yo que con la lluvia tan bien y avanzo y el pasaje estrecho y una voz
que es Roxana Amed anda cantándome al oído Lonely
people crying in their sleep, stars are raining tears pero yo sin lágrimas,
sin lluvia y sin sonetos memorizados me dejo llevar y una sombra que me
persigue, la sensación continua, para que no me desvíe, como si se pudiera, si
este pasaje sólo para delante y los cordones de un zapato pero no me detengo y
siento que me apuro porque del otro lado otro que es casi como yo, que anda
pitando, me espera.
Texto de Leonardo Nieto
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